Según algunos estudios científicos, se ha comprobado que los recuerdos del ser humano no están condicionados por el tiempo sino por las emociones, de tal manera que se olvida casi todo y se recuerda lo que emociona.
Lo que sentimos, nuestros pensamientos, las decisiones de nuestra vida, todo depende del cerebro, por ello algunos neurocientíficos Opinan que la felicidad depende del rol que este órgano cumple en nuestras vidas.
“La literatura sugiere que nos enamoramos con el corazón, pero en realidad nos enamoramos con el cerebro, y el corazón es solo la víctima”.
La base de esta afirmación se encuentra en que para comprender el cerebro, antes se debe entender que es un elemento social y emocional, y como seres emocionales, no podemos negar que los sentimientos determinan nuestra conducta, de la memoria a la toma de decisiones, y como animales sociales necesitamos de nuestra capacidad de empatía para vivir en comunidad.
Esta base de conocimiento sobre uno mismo, sobre el cerebro, permite al ser humano saber que su manera de pensar está condicionada por su manera de sentir, lo que le posibilita para actuar sobre las ideas tóxicas, y con ello, vivir mejor.
El bienestar es un objetivo que depende de comprender que el cerebro ha desarrollado un sistema de toma de decisiones que en ocasiones es racional, pero que la mayoría de las veces es automática.
“Si no fuera por ese modo automático no podríamos sobrevivir, porque tomamos decisiones a diario, y no podemos sopesar pros y contras de todas ellas”.
Ello permite enfocar emoción y razón para tomar la mejor decisión posible en cada situación.
Sin embargo, dentro de las emociones básicas del ser humano, el miedo puede condicionar nuestra conducta al detectar peligro donde no lo hay. Para combatir la depresión, que puede ser signo de estrés crónico, se recomienda:
1. Dormir bien.
2. Saber decir que no.
3. Fijar metas realizables.
4. Realizar ejercicio.
5. Tener vida social activa.
Según los neurocientíficos consultados, los recuerdos del ser humano no están condicionados por el tiempo sino por las emociones, de tal manera que se olvida casi todo y se recuerda lo que emociona.
“Si pido que cuentes cinco años de tu periodo escolar en 40 minutos, te sobrara tiempo, pero si pregunto dónde estabas cuando cayeron las Torres Gemelas, seguramente sabrás responderme”.
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